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Situada en Campania (Italia), la pequeña localidad de Pratola Serra alberga una fábrica de motores. Los motores construidos allí también se conocen como motores Pratola Serra. En esa fábrica se construyeron algunos fantásticos motores de 4 y 5 cilindros de Fiat, Alfa Romeo y Lancia. Del que voy a hablar es del motor Fiat de…

Situada en Campania (Italia), la pequeña localidad de Pratola Serra alberga una fábrica de motores. Los motores construidos allí también se conocen como motores Pratola Serra. En esa fábrica se construyeron algunos fantásticos motores de 4 y 5 cilindros de Fiat, Alfa Romeo y Lancia. Del que voy a hablar es del motor Fiat de 2,0 litros, 5 cilindros y 20 válvulas (obviamente con el orden de encendido 1-2-4-5-3, como sugiere el título).

Corrían los primeros meses de 1999 y era mi penúltimo año en la universidad. Me había desprendido de mi Honda CRX 1.6i-16 mark II ED9 de 1992, ya que sentía que no iba a poder permitirme la siguiente oleada de inversiones en aquel precioso coche. Estaba buscando un coche nuevo. En Turquía, los coches con el modelo del año 2000 estaban a punto de salir a la venta en todas las marcas, y los precios de los coches nuevos eran realmente altos. Estaba dispuesto a conformarme con un coche pequeño con unas prestaciones muy alejadas de las del CRX. Entonces lo vi en el concesionario Fiat de Ankara. Era un Fiat Bravo HGT blanco, modelo del año 1998, que llevaban año y medio sin poder vender. Su precio era incluso inferior al de un Honda Civic 1.4, ¡y tenía un aspecto impresionante! Firmé el contrato y me lo llevé a casa. El motor – sonaba de una manera que nunca había oído antes. Había estado en coches con motores V6 y V8, pero esto era diferente. La imperfección, el desequilibrio de 5 cilindros, casi perfectamente equilibrados por ejes de equilibrado contrarrotantes dedicados. Tan hermoso que, a día de hoy, lo echo de menos.

Era uno de los hot hatches de su época, pero era raro en el sentido de que tenía más de 4 cilindros. En el siglo XX BMW no tenía la serie 1, ni Mercedes-Benz tenía la clase A. Audi tenía el S3, pero con un motor turboalimentado de 4 cilindros. Esto era diferente; las únicas alternativas similares las ofrecía Volkswagen en forma de Golf Mark IV en las variantes v5 y R32. Sin embargo, y puedo ser muy parcial, pero ninguno de esos modelos de VW sonaba tan bien como el motor del Bravo HGT.

El maravilloso motor 2.0 20v fue utilizado por Fiat en el Bravo HGT, el Marea HLX y el Coupé. La versión atmosférica producía 147 CV y más tarde se lanzó una versión de 155 CV. El Coupé también tenía una versión turboalimentada que producía 220 CV. El motor también se utilizó en algunos modelos Lancia de la época, concretamente en los modelos Kappa, Lybra y Thesis.

Viniendo del ligero y potente CRX, la fantástica respuesta del acelerador del Bravo HGT no fue algo que me impresionara mucho. Sin embargo, lo que sí noté fue el par motor. La velocidad máxima oficial era de 210 km/h; la misma que el Honda CRX. Sin embargo, en la autopista que une Ankara con Estambul, podía circular cómodamente a 180 km/h cuesta arriba, y cuesta abajo el coche podía alcanzar una velocidad indicada de 240 km/h. ¿He mencionado lo bien que sonaba el motor?

Una tarde, con menos de 5000 km. en el reloj, vi que el indicador de temperatura del agua de refrigeración llegaba a la línea roja. Lo que ocurrió fue la perforación de la tubería de agua de refrigeración, que al parecer se produjo debido al roce de la tubería de refrigerante contra los mazos eléctricos. Inmediatamente pensé que nunca vería algo así en un coche japonés. Puede que tuviera razón, pero lo que no sabía era apreciar la forma de pensar italiana, en la que este tipo de problemas casi no tenían importancia, y todo el protagonismo recaía en el estilo, la conducción, la respuesta del motor… en definitiva, en los elementos de placer de conducción. Esos pequeños defectos -como los que todos tenemos como humanos- dan a la máquina una cualidad humana; un espíritu.

Tras graduarme en la universidad en 2000, me fui a Estados Unidos para cursar un máster. Vendí el coche unos días antes de salir de mi país. De repente, volví de Boston en 5 días, sin matricularme en el máster. No me gustaba mi nuevo entorno y no tenía sentido quedarme más tiempo. Lo malo era que ya no tenía mi Bravo HGT y nunca más tuve la oportunidad de tener otro coche italiano. Pero bueno, nunca digas nunca…